domingo, 27 de septiembre de 2015

Brownies para una diabética

Sólo cuando mi compañero de misión, Elder Claure, le entregó a Bárbara la bolsa de brownies que habíamos horneado esa misma mañana para ella, me acordé que era diabética. ¡Ah, qué falla! Habíamos tenido en cuenta todos los detalles, menos ése, al prepararle el presente.

Ella miró la bolsa y preguntó qué había dentro. Yo apenas musité "ella es diabética..." mientras el Elder Claure le contaba lo que era. Bárbara se mostró encantada con semejante regalo, tomó un trozo de brownie y se lo llevó a la boca. Quedé asombrado. Estaba plenamente consciente de lo que podría pasarle, pero se comió varios pedacitos durante nuestra lección sobre el tema de la Restauración.

Por eso me pareció apropiado el título para estos capítulos, en relación con lo que me ha ido sucediendo estas últimas semanas. He estado pensando en las cosas que no estoy haciendo bien como misionero. Lo que me falta y lo que puedo hacer para mejorar. En ese autoanálisis veo que no todo es malo, al contrario hay cosas geniales. Pero puede pasar lo de los brownies con Bárbara: son deliciosos, pero no para ciertas personas, como los diabéticos. Repasé lo que puedo estar haciendo mal en mis oraciones, en mi tiempo de estudio personal, en los momentos antes de ir a la cama. Y así como se podría esperar de un diabético comiendo brownies, yo estoy pagando alto el precio de mi autoexigencia. Mi productividad estaba bajando, estaba incumpliendo con mi estudio y mi moral comenzó a tambalearse. Los niveles de estrés comenzaron a subir (y reaaaaaalmente no me gusta el estrés). Así que lo que estoy haciendo ahora es no permitirme a mí mismo comer lo que yo llamaría "brownies de autoevaluación".

Esta semana fue dura: la gente que teníamos lista para el bautismo falló. Pero --y aquí está el Milagro de la semana-- nos encontramos una señora de Congo que quería aprender más sobre la iglesia hace unos días y el viernes estuvimos enseñándole. Ella empezó a contarnos tres sueños que había tenido; el tercero fue todo un campanazo para nosotros. Habló de un río a su alrededor y un hombre de blanco cuyo rostro no renocía. Entonces ella levantó el brazo en forma de escuadra. Parecía como un bautismo. Rápidamente nos fijamos en nuestros iPads para obtener una imagen de la ordenanza a realizar y se la mostramos. Me sentí fuertemente impresionado por el espíritu de invitarla a ser bautizada. Ella aceptó inmediatamente! Su hija entonces gritó con entusiasmo: "Por Dios, me pueden bautizar?!". Ella siempre había querido ser bautizada, pero no estaba segura en cuál iglesia. Fue increíble y realmente sentí que el Señor las había preparado para hablar con nosotros. Eso hizo que toda mi semana valiera la pena. :)

Sea lo que sea, los amo a todos ustedes! Que tengan una semana de milagros.

PD: Van algunas fotos de mi cumpleaños, en nuestro apartamento hace un par de semanas, en el que fui bendecido con dos tortas, la del obispo y la del nuevo grupo de élderes.

Elder Samuel Tobón
Misión de Londres, Inglaterra

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